Teatro romano de Mérida. Corral de Comedias de Almagro. Teatro María Guerrero de Madrid. Sala Pradillo

lunes, 18 de abril de 2011

El teatro realista en Europa y EEUU (I)

Este tema es un resumen del capítulo XIII y parte del XIV de Historia básica del arte escénico de César Oliva y Francisco Torres, reseñado en la bibliografía.



   El teatro moderno asienta sus bases en el teatro realista en cuanto a los contenidos y en cuanto a la forma de interpretación. En cuanto a los contenidos, se tratan temas cercanos al individuo y en cuanto a la forma de interpretación se produce un alejamiento de la exageración del melodrama romántico.
   Ya en plena época romántica se produjeron algunas obras (que no se llegaron a representar) y que defendían un estilo pre-realista: algunas obras de Victor Hugo, Woyzeck de Büchner o Lorenzaccio de Musset. Son obras adelantadas a su tiempo que huían de la grandilocuencia romántica.
   Toda Europa y Estados Unidos participan de esta corriente realista/naturalista. El naturalismo entendido como la corriente que lleva al extremo los postulados realistas.


EL REALISMO FRANCÉS

   En Francia, en plena época romántica, Augustin-Eugène Scribe (1791-1861) orienta la escena hacia la comedia de costumbres. Por otra parte, Alexandre Dumas (1824-1895), triunfador con el drama romántico La dama de las camelias, tiende después a un pre-realismo moralizante.
   La tendencia del arte francés anuncia la llegada del naturalismo, no sólo en el teatro, sino en todos los géneros. Hay tres obras que representan esta tendencia a buscar caminos nuevos, aunque integrando distintos estilos:

a) La novela Madame Bovary de G. Flaubert en 1857.
b) Las flores del mal de Baudelaire, también en 1857, confirma la tendencia postromántica, ahora en la poesía.
c) En 1862 se publica la novela Los miserables de Victor Hugo donde se mezcla el melodrama con el relato épico.
   La realidad es que los autores no se conforman con una única forma de contar la realidad y buscan constantemente nuevos caminos de expresión.
Emile Zola
   El naturalismo llega tardíamente al teatro porque, según Emile Zola (1840.1902), el teatro es «el último bastión del convencionalismo». Todas sus ideas están resumidas en un texto: El naturalismo en el teatro (1881). Parte de la idea naturalista de que el medio determina el comportamiento y se dedica a analizar los elementos que representan el medio en el teatro: la escenografía, el vestuario y el atrezzo. Hay que adecuar, dice Zola, estos elementos a aquello de lo que se está hablando. También hay que hacer cambios en la interpretación, aunque para ello haya que convencer a actores y actrices que no se resignan a portarse como “vedettes” ante su público. En esta época una de las actrices más conocidas era Sara Bernhardt.
   Si el acercamiento del teatro al mundo real se puede ver como un acierto de Zola, ese mismo hecho se convierte en un error ya que olvida las convenciones del teatro por las que lo que sucede en el escenario no es la realidad, sino una representación de la realidad.
   Tiene que llegar Andrè Antoine (1858-1943) para que la teoría teatral de la representación naturalista consiga materializarse. Antoine era un aficionado al teatro que conocía los escritos de Zola y que había trabajado en la Comèdie Française como figurante. El 1887 inauguró el Theatre Libre. Gastón Baty, director y teórico del teatro contemporáneo de Antoine, resume así el trabajo de éste:
- Se deshizo de trucos, efectismos y verborrea.
- Creó el gusto por la acción simple, rápida, concisa, tanto en gestos como en la palabra.
- Buscó la naturalidad.
   En definitiva, se trataba de actuar como si fuese real lo que sucedía en el escenario. Eso hace que el concepto de cuarta pared se desarrolle.
   También defendió la labor de conjunto de la compañía y para ello animó a la escritura de textos en los que los papeles estuvieran equilibrados. A pesar de ello, no renunció a representar a grandes autores como Ibsen.
   Muy importante en Antoine es su labor a favor del público: precio de las entradas, confort de las salas, etc. Fue criticado por el excesivo realismo de sus escenografías, pero lo que es indudable es que su forma de concebir el teatro supuso un revulsivo para la escena francesa.
   Abandonó el teatro a partir de 1914 para dedicarse al cine donde también aplicó los criterios naturalistas. En ambos medios, el trabajo de Antoine inicia la figura de lo que será en el futuro el director de escena.


EL REALISMO ALEMÁN
   Cuando en 1866 el duque Jorge II decide ocuparse del teatro de Meiningen, el teatro alemán se encontraba en plena decadencia y lo que representaba era una imitación del melodrama francés.
   Jorge II se pone al mando de su Teatro de Corte y crea una verdadera compañía en la que él manejaba todos los hilos: entrenamiento y dirección de actores, diseño de decorados y figurines, etc. Siempre con el objetivo de ser fiel a la historia. Nacen así los Meiningen, compañía que recorrió Europa y que mantuvo contacto con Ibsen, Chejov y todo el teatro europeo de la época. En 1883 se funda el Deustcher Theater.
   En 1889 el movimiento naturalista alemán funda Escena Libre que dirige Otto Brahn. Sus modelos son los Meiningen y el naturalismo francés. El autor más representativo es Gerhart Hauptmann (1862-1946) dramaturgo y director que sigue los postulados naturalistas y socialistas de Zola. Con él empezó a trabajar Max Reinhart quien más tarde se convertiría en un director de escena de marcada tendencia antinaturalista. Hauptmann evolucionó hacia el drama poético y simbolista.


EL REALISMO NÓRDICO
   La situación en el teatro nórdico hasta mediados del siglo XIX era similar a la del teatro alemán: poca producción propia e imitación del teatro francés.
   A mediados del siglo XIX se crean dos grandes teatros: la Escena Nacional de Bergen y el Teatro de Christiania, que sería después el Teatro nacional de Oslo. Su primer director fue el dramaturgo noruego Henrick Ibsen (1828-1906).
Henrick Ibsen
   El teatro de Ibsen pasa por etapas diferentes. Escribe un primer bloque de dramas poéticos nacionales entre los que se encuentra Peer Gynt (1868) con una estructura teatral muy complicada que el autor defendió porque, según él, la escribió para ser leída, no representada.
   La segunda etapa es su época realista en la que se encuentran sus obras más conocidas: Casa de muñecas (1879), Un enemigo del pueblo (1882) y El pato salvaje (1884). Son obras en las que expone problemas sociales, muchos de ellos encarnados en personajes femeninos. Lo que no se puede decir es que dejara indiferentes a sus contemporáneos. Los estrenos de sus obras no pasaban desapercibidos por la polémica que suscitaban sus temas.
   Su última etapa se caracteriza por acercarse al simbolismo: Hedda Gabler (1890)
   Uno de sus rasgos característicos es la coherencia dramática, su habilidad para administrar el sentimiento dramático y para emplear el lenguaje.
August Strinberg
   Otro nombre fundamental en el teatro nórdico es August Strindberg (1849-1912). En sus dramas naturalistas insiste en la observación minuciosa de la realidad exterior y de la realidad interior de los personajes. En esta etapa destaca sobre todas las obras Señorita Julia (1888). Muy pronto evoluciona hacia un teatro simbolista y surrealista que abre paso a la vanguardia teatral.

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