Teatro romano de Mérida. Corral de Comedias de Almagro. Teatro María Guerrero de Madrid. Sala Pradillo

domingo, 24 de octubre de 2010

«La estanquera de Vallecas» de J.L. Alonso de Santos


Dos ladrones, Tocho y Leandro, han entrado a robar en el estanco del barrio y la policía ha rodeado el estanco antes de que pudieran salir. Un policía ha intentado entrar camuflado, pero le han descubierto y está atado en un rincón. Para entretener el tiempo, los ladrones juegan una partida de cartas con la estanquera, mujer de carácter muy fuerte , y su nieta Ángeles.


Cuadro II


(Una mesa camilla en el centro del estanco. Alrededor, los cuatro jugando al tute. Atardece. El policía está atado en un rincón, a lo suyo y con cara de pocos amigos.)


ABUELA.- ¡Las cuarenta!
TOCHO.- ¡La madre que la…! Otra que nos ganan.
ÁNGELES.- Es que la abuela juega muy bien. En el barrio nadie quiere jugar con ella de dinero.
LEANDRO.- Ya, ya. No hace falta que lo jures. Ya veo por qué no quería jugar con judías. ¿Llevas algo, Tocho?
ABUELA.- En el tute no se habla. ¡Echa, leñe!
LEANDRO.-¡Va! Y no me grite, que no soy sordo.


(Echa Leandro y se lleva la baza la vieja)


ABUELA.- Arrastro que pinta en bastos. Otro. Y ahora un oro y otro. Pa mi las diez de últimas.
TOCHO.- Las diez de últimas, las diez primeras y todo lo del medio. Mis cuarenta pavos y no juego más. ¡Esto es un robo!
LEANDRO.- La suerte que tiene…
TOCHO.- Nos ha dejado sin un duro la tahúra esta…
ABUELA.- (Recogiendo las cartas y el dinero) Que no sabéis tenerlas.
LEANDRO.- Porque el tute no es lo nuestro, ¿verdad, Tocho?
TOCHO.- Claro que no, no es lo nuestro, no. Se empeñó usted porque es una lista y claro.
LEANDRO.- ¿A que no jugamos a las siete y media?, ¿eh?
TOCHO.- Eso, ¿a que no juega a las siete y media?
ÁNGELES.- A eso gana más.
TOCHO.- Tú calla, no seas gafe, coño.
ABUELA.- El que se tiene que callar eres tú, que ella está en su casa. Tengo la banca. Cartas. Antes de nada, ¿os queda dinero?
TOCHO.- (Quitándose el reloj) El peluco, que es de oro. Me lo juego.
ABUELA.- ¿A ver? (Lo coge)
ÁNGELES.- ¿Preparo cafés, abuela?
ABUELA.- Sí, de oro del que cagó el moro. (Se lo devuelve)
TOCHO.- Pues me lo ha traído un colega de Canarias, que es de confianza.
ABUELA.- Pues te la ha dado con queso.
ÁNGELES.- Que si preparo cafés, abuela.
ABUELA.- Sí, cargaíto. Tráeme también la botella de anís de la alacena.
TOCHO.- Esta tía es que es la hostia. Bueno, ¿cuánto me da por él? Aunque no sea de oro, algo valdrá, digo yo.
ABUELA.- Ni los buenos días. ¿Qué horas marca, las de hoy o las de ayer? Tiene las cinco y son por lo menos las siete…
TOCHO.- Es que está un poco atrasado.
ABUELA.- Claro. Eso será. Guárdalo. Guárdalo con cuidado, no se te vaya a perder.
ÁNGELES.- ¿Al señor policía también le traigo?
TOCHO.- ¡No, señor!, que está arrestado. Nada de lujos, que es peligroso. ¿A que sí, Leandro?
LEANDRO.- Venga, hombre. Que tome café y fume, si quiere. ¿Quiere café? (El policía asiente con la cabeza) Tráele también.


(Sube la chica por la escalera y Tocho se levanta de la silla para ir detrás)


TOCHO.- Voy a ayudarla, ya que no quiere jugar…
ABUELA.- Quieto, Barrabás, que te conozco. Ayudarla a caer. Quieto ahí.
TOCHO.- ¡Bueno! Es que la ha cogido conmigo…
ABUELA.- (Al policía) ¿Qué? ¿Quiere echar unas manos?
TOCHO.- ¡Sí, hombre, lo que faltaba! ¿Y qué más? Guardemos las distancias y sin confianzas, que es prisionero de guerra. ¿A que no puede jugar, Leandro?
LEANDRO.- Está mejor atado. No juega y ya está.
MEGÁFONO.- ¡Eh, vosotros! ¡Un momento! ¡Escuchad atentamente un momento! Está aquí el excelentísimo señor gobernador, y va a hablaros, así que prestad mucha atención.

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